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Supongo que conoces las llamadas "historias para dormir", o has escuchado frases como "papi... léeme un cuento antes de ir a la cama".

Pues espero que con estos cuentos no peguen el ojo, por eso el título: "Cuentos para NO dormir".

Tierras mágicas, personajes místicos, oscuridad y luces, amor, miedo, esperanza, pena, desilución, recuerdos y olvidos... Seguro que quieres un cuento para dormir?

Lee.Comenta.Sigue :D

Con insomnio permanente...

sábado, 26 de diciembre de 2009

Parte 4: El Árbol Padre y las palabras mudas

-Joanne, despierta- Sintió la voz de su madre.

Estaba recostada de espaldas a ella en su cama, mirando por la ventana hace 1 hora, pero no había querido levantarse. Su padre estaba montando las cosas de su casa en un carrito junto al mismo señor de la noche anterior.

Era su pesadilla hecha realidad

- ¡Joanne! Vamos, despierta – oyó a su madre alejarse por el pasillo.

Había escuchado todo lo que le decía, pero no había salido de su estado de ensimismamiento. Miraba cada saco y paquete con ropa que su padre echaba al carrito, cada parte de su casa, lo cual no le importaba. Ya pronto sacarían cosas de su pieza. No quería levantarse de la cama, no porque significara que podían empacar sus cosas, si no porque se alejaría del bosque. No quería. Miraba con ojos vidriosos por la ventana, esta vez al bosque, el sonido de los pajarillos por la mañana no tenía importancia para sus padres. Solo les importaba el trabajo, el dinero.

Ella podía vivir de lo mejor en su bosque, pero sus padres no la dejarían quedarse allí. Era su hija, pero a esa altura Joanne no sabía si la querían o simplemente les pertenecía.

-¡Joanne! Levántate – su madre gritó desde la cocina.

Joanne se levantó resignada, se puso un vestido que su madre le había dejado en una silla. Era un vestido de un blanco impecable que su madre le prohibía usar en la casa. Descubrió que ya habían empacado su otra ropa.

Fue hacia la cocina a tomar algo de leche. Su madre se puso a empacar las cosas de la pieza de Joanne. Miró su leche con pena… no quería ir allá donde le ordenaban ir. Cerró los ojos y una lágrima se deslizó entre sus párpados para luego caer por su mejilla. No le quedaba nada más que resignarse a ir para no volver, a no haber tenido tiempo de despedirse, a no haber terminado de regar las violetas, a no haber terminado el sendero, a no… haber hecho feliz al Árbol Padre. Rompió a llorar, arrojó su leche y el tazón se quebró con un ruido estrepitoso contra el piso, salió corriendo de la casa. Mientras se acercaba al bosque, tropezó y se cayó al suelo. Se quedó en la posición en la que había caído mientras las lágrimas caían sin consuelo por su rostro desesperado. Se agarró de la hierba que crecía del suelo y comenzó a arrancarla, pateaba el suelo y abría la boca para emitir gritos que sabía que no saldrían.

Se calmó poco a poco en unos minutos y una brisa le agitó el pelo. Se limpió la humedad de la cara y sonrió ante el gesto del bosque.

- ¡Esta brisa me enferma! – escuchó decir a su padre a varios metros, pero no le importaba, el bosque la quería a ella, no a su padre.

Se sentó en la hierba mirando al bosque y cerró los ojos. Dejó que la brisa la llevará mientras sonreía. Eran los últimos minutos junto al bosque, y para su agrado, el bosque no lo había dejado pasar.

- ¡Joanne! – gritó su madre desde la puerta trasera de su casa - ¡Joanne! ¿Qué haces allí? ¡El vestido estaba limpió!

Joanne hizo caso omiso a la llamada. Qué le importaba el vestido.

- ¡Joanne! ¡Eres muda no sorda! Se que me escuchas – gritó nuevamente su madre de forma severa. – ¡Nos vamos! Ven rápido

Joanne abrió los ojos y se quedó tiesa. Su madre nunca le había llamado así: “muda”. Ella lo aceptaba, pero su madre lo hizo sonar como insulto. No pudo llorar, pero le dolió en lo más profundo de su corazón. En ese momento, sus ganas de hacer protesta para quedarse quedaron en la nada. Se levantó, se dio vuelta y fue hacia el carrito de su padre, sin pensar en nada más que en aquella fea palabra que sus padres nunca se habían dignado a pronunciar en su presencia, y se sintió minúscula e insignificante.

2 comentarios:

Veró dijo...

que triste.. que la mamá la llamara muda,y verdaderamente sonara como insulto :(
Miles de abrazos, espero la continuación
¡No puede quedar así!
Fukuro

Angela dijo...

Pobre Joanne

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