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Supongo que conoces las llamadas "historias para dormir", o has escuchado frases como "papi... léeme un cuento antes de ir a la cama".

Pues espero que con estos cuentos no peguen el ojo, por eso el título: "Cuentos para NO dormir".

Tierras mágicas, personajes místicos, oscuridad y luces, amor, miedo, esperanza, pena, desilución, recuerdos y olvidos... Seguro que quieres un cuento para dormir?

Lee.Comenta.Sigue :D

Con insomnio permanente...

lunes, 28 de diciembre de 2009

Parte 5: El Árbol Padre y las palabras mudas.

Su padre, su madre y el señor que les ofrecía la casa cerca del castillo del rey empacaban los últimos paquetes con las cosas más delicadas y las ponían en otro carrito.

Cuando todo estuvo listo su padre llevó uno de los carritos y un par de animales arreados con cuerdas, al igual que el otro señor. Joanne y su madre iban montadas en un caballo.

La niña había estado abstraída todo ese tiempo, cabizbaja, sin quejarse ni negarse a irse. Pero cuando el caballo comenzó a andar, el movimiento la despertó y giró la cabeza para contemplar el bosque. Parecía que las ramas estaban decaídas. Varios animales silvestres se asomaron al límite del bosque a contemplar la despedida. Se le escapó una sonrisa, que se disolvió con la sensación de estar dejando todo atrás. ¿Por qué se preocupaba de una palabra pronunciada por su madre? Ella no la quería, el bosque la quería. ¿Por qué se estaba marchando con esa gente que no la apreciaba? Pues el bosque si lo hacía…

-¿Joanne?- dijo su madre. Era la oportunidad perfecta de retractarse de sus palabras - ¿Por qué no me escuchas? ¿Por qué no me haces caso? Estoy cansada de que te vayas al bosque y seas tan porfiada…

Falló. Joanne se dio cuenta que su madre nunca se daría cuenta por si sola que la no escuchada era su hija. “Su hija la muda” pensó triste, pero no cayó en pensamientos negros denuevo. La rabia empezó a aumentar, igual que las ganas locas que le surgieron de correr al bosque, sumergirse en el lago y abrazar al árbol.

-…donde vamos no podrás comportarte así- continuaba su madre -. Deberás ser una señorita. Bueno… ese apestoso bosque ya no es peligro. Los animales robaban del huerto y la comida de los animales. Sucios roedores descerebrados…

Esa fue la gota que rebalsó el vaso. Joanne hubiera gritado de toda la rabia que sentía, pero solo lograría abrir la boca. No podría vivir con ellos y ser feliz a la vez. ¿Cómo se le ocurría a su madre decir tales blasfemias? Los animales no serían tan inteligentes como las personas, pero su energía era mil veces más pura que la de su ma… que la de esa mujer que se hacía llamar “madre”.

No. Había llegado al límite de su paciencia.

Sin pensarlo dos veces Joanne saltó del caballo y se pegó fuerte en el hombro, lo cual no le importó. Se paró y corrió. Corrió a mucha velocidad. A toda la velocidad que sus piernas le permitían, y que sus sollozos le permitían. No lloraba por el golpe, ni por el bosque, ni menos por sus padres. Era una catarata de sentimientos encontrados. De felicidades, de sentirse libre. No podrían atraparla…

-¿Joanne? – preguntó su madre, para luego darse cuenta de que su hija iba corriendo hacia el bosque - ¡Joanne! Paren, para el carro Eddie. Joanne se escapa. ¡Joanne! ¡JOANNE! ¡Vuelve!

-¡Joanne!- gritó su padre - ¡Joanne!

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